- Este proyecto español, denominado AERIAL-CORE, es el que más financiación recibe en su campo, 8,6 millones de euros, por parte de la Comisión Europea, en el marco del programa Horizonte 2020 (H2020).
- Aníbal Ollero, profesor de la Universidad de Sevilla (España), encargado de dirigir este proyecto pionero en Europa sobre robótica aérea, ha explicado a Business Insider España todos los detalles del mismo, así como algunos problemas a los que se enfrenta la ciencia en España, entre los que se encuentra la escasa financiación o la excesiva burocracia.
FUENTE: www.businessinsider.es
AUTOR: ABRAHAM ANDREU
La investigación en España siempre se ha encontrado con un problema derivado de la gestión pública de los recursos: la falta de financiación. A pesar de que la inversión en ciencia respecto al PIB en España se incrementó hasta el 1,25% del PIB en 2019, según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), este dato sigue siendo alarmante.
Afortunadamente, la Unión Europea cuenta con fondos independientes para el desarrollo de investigaciones científicas. Es el caso de este proyecto sobre robótica aérea, liderado por el español Aníbal Ollero, profesor de la Universidad de Sevilla (España) y asesor científico del Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales (Catec).
Desde su comienzo el 1 de diciembre de 2019, este proyecto pionero en robótica, conocido como AERIAL-CORE, ha logrado disputar la hegemonía a las regiones norteamericanas y asiáticas y se ha marcado como objetivo competir por el liderazgo a nivel mundial en el desarrollo de drones con inteligencia artificial.
Para ello ha sido necesaria la colaboración público-privada entre universidades, centros tecnológicos y empresas privadas, entre las que se encuentran el laboratorio de robótica GRVC de la Universidad de Sevilla, el centro tecnológico FADA-CATEC, Endesa y la empresa Vertical Engineering Solutions (VES).
En total, el proyecto incluye un consorcio de 15 socios, que reúne a 10 universidades y centros tecnológicos y 5 empresas privadas, todos ellos bajo la batuta de Ollero, en el marco del programa Horizonte 2020 (H2020), de la Comisión Europea, la cual financia el proyecto con 8,6 millones de euros, situando a este como el que más inversión recoge en este campo.
El profesor experto en robótica, en declaraciones a Business Insider España, ha resaltado que lo que se busca con este proyecto es «hacer una demostración de la tecnología» que se pueda exportar a otros ámbitos, como la agricultura, tareas de rescate y la seguridad de los trabajadores.
Un ahorro económico para empresas de 13.500 millones de euros
Según ha concretado el profesor Ollero, el proyecto está enfocado al desarrollo en 3 áreas diferentes. «La primera es la inspección a grandes distancias; la segunda, la manipulación y, por último, una actividad nueva que hemos llamado ‘aerial co-working’, que consiste en ayudar a los trabajadores en altura facilitando su trabajo«, ha explicado sobre los drones, que adquieren cada vez más importancia en algunos países, con la creación incluso de aeropuertos específicos.
En este sentido, los drones integran la inteligencia artificial, por lo que «son autónomos y no necesitan ningún piloto». De esta forma, el proyecto ha centrado sus esfuerzos en monitorizar la seguridad de los trabajadores, por ejemplo, con el transporte de herramientas.
Para garantizar el uso óptimo de los drones, «sus capacidades no dependen de un centro de control, sino que tienen ordenadores integrados», lo que asegura que el dron no se choca contra otros objetos.
Además, el hecho de que este proyecto se aplique en la industria, podría suponer un ahorro significativo en los costes para las empresas. Tal y como ha asegurado Ollero, estos drones podrían velar por el mantenimiento de las líneas de suministro eléctrico, minimizando los cortes de electricidad.
«Esos cortes de suministro son relevantes, tanto para las empresas como para la población en general, y vemos típicamente que cuando hay mal tiempo, y eso es cada vez más frecuente por el cambio climático, hay una correlación directa con los problemas de suministro eléctrico«, ha detallado.
Según los cálculos facilitados por el profesor, los costes para las empresas derivados de estos cortes pueden alcanzar entre 83.000 y 135.000 millones de euros. «Con que solamente disminuyéramos el impacto de estos cortes de energía un 10%, estaríamos hablando de un ahorro entre 8.000 y 13.500 millones de euros«, ha desglosado.
Más allá del ahorro económico, este proyecto pionero es una muestra más de cómo la tecnología puede velar por el medioambiente, con la preservación de la fauna en líneas de alta tensión, por ejemplo.
Drones que velan por el medioambiente y la seguridad
Como ha mencionado anteriormente Ollero, el proyecto no solo busca que los drones puedan esquivar, de manera inteligente, los obstáculos con los que se encuentre, sino garantizar que la fauna del lugar no desaparezca.
Es el caso de los salva-pájaros que estos compañeros robóticos voladores han sido capaces de colocar sobre las líneas de alta tensión. Así, se envían imágenes por satélite al dron para ofrecerle las coordenadas de posicionamiento, de tal forma que su posición se ajusta a través de un sistema de visión.
Con el objetivo de preservar la fauna, concretamente, los pájaros, el dron va colocando uno materiales refractante sobre la línea de tensión, denominados salva-pájaros, que evitan que las aves colisiones.
«Es decir, el dron reconoce la línea y pone el salva-pájaros; se desplaza unas decenas o cientos de metros, pone otro salva-pájaros y así sucesivamente«, ha explicado Ollero sobre el proceso.
Por otro lado, el profesor experto en robótica también ha señalado algo que preocupa a la humanidad: que los robots roben el trabajo a los seres humanos. Sin embargo, Ollero ha tranquilizado respecto a este tema.
«Lo que hacen los robots es conseguir que el trabajo de los humanos sea más fácil y conlleve menos riesgo […], los robots van a trabajar con y para las personas, no sustituyéndolas«, ha asegurado.
No obstante, habrá tareas que sean peligrosas para la seguridad de los trabajadores. En ellas, el dron sí haría el trabajo de un humano, un punto importante para el proyecto, que también busca garantizar la seguridad de los empleados en estas líneas, con el transporte de herramientas o la monitorización de su propia seguridad.
Pero sus aplicaciones no se reducen tan solo a este ámbito, sino que se extienden a la agricultura, tareas de búsqueda y rescate e, incluso, inspección y mantenimiento de instalaciones civiles, como puentes o túneles. Esta cuestión no es baladí si se observan los fenómenos meteorológicos recientes, como inundaciones o avalanchas de nieve, propiciadas por el calentamiento global. Por ello, la normativa se ha adaptado recientemente.
Financiación deficiente, burocracia en la ciencia y fuga de talentos
Ollero es consciente de que el ámbito tecnológico va a sufrir un cambio, en el sentido en que empiecen a aparecer otros proyectos que busquen integrar diferentes tecnologías, los cuales ya existen. «Esto va a suponer una evolución para la robótica de servicios en general«, ha señalado.
A pesar de ello, el profesor ha echado un vistazo a la escasa financiación de la investigación en España y ha lanzado un mensaje al gobierno español: «Los investigadores necesitamos más fondos para poder cumplir simplemente con el papel que nos corresponde«.
Así, si se quiere garantizar el desarrollo de otros proyectos en este y otros ámbitos, hay que solucionar antes algunos problemas que se presentan en cuanto a financiación pública. Como ha detallado Ollero, «nuestros fondos son fundamentalmente de la Comisión Europea y de las empresas«.
A esto hay que sumar que, a nivel industrial, no existe una financiación que se corresponda con el IPC y hay mucha competencia a nivel europeo, «que tienen financiación local de sus países». A pesar de ello, el proyecto de Ollero es líder en robótica aérea europea, pero necesita, aún así, de fondos por parte del gobierno español.
Además, la financiación pública no es el único problema, sino que las empresas privadas hacen uso de préstamos, en lugar de subvenciones públicas, lo que implica una cantidad monetaria no reembolsable bastante escasa.
Por ello, Ollero ha asegurado que, en el mundo de la empresa «nos va a ir mejor», solo si se cambian dichos préstamos por fondos no reembolsables, algo que otros países ya aplican.
«Es obvio que si no tenemos dinero para hacer contratos de investigación, la gente va a buscar ese contrato en cualquier otro sitio«, ha explicado Ollero sobre la inseguridad laboral en la ciencia española. Si se aumentara la cantidad destinada a investigación, «con ese dinero podríamos retener a más gente de la que formamos e, incluso, atraer talento de fuera«.
En su caso, existen 75 personas que trabajan en la universidad, de las cuales solo entre 10 y 15 personas tienen un sueldo fijo, mientras que el resto de puestos de trabajo dependen de los proyectos que consigan. «Está claro que para poder mantener el nivel, es necesario tener contratos«, ha advertido.
Por otra parte, la burocracia se ha cebado especialmente con los trabajos científicos. «La burocracia nos tiene totalmente saturados, es decir, que tenemos que dedicar una parte muy importante de nuestro tiempo a rellenar informes que no serían necesarios, cuando ya hemos demostrado la valía de lo que estamos haciendo«, ha puntualizado.
Sin duda alguna, los datos sobre el tiempo que invierten los investigadores en simples tareas burocráticas es alarmante. Según ha concretado Ollero, hace años solo dedicaban un 10% de su tiempo a dicha burocracia, mientras que ahora mismo el 30% de su tiempo se pierde en estas tareas, las cuales no aportan nada a la investigación.
¿Algún consejos, entonces, para los nuevos investigadores? Ollero no ha dudado en animarles a participar en proyectos como este para que vean que sus hipótesis se pueden aplicar en el terreno de la práctica.
Este proyecto es una muestra a la sociedad española de la importancia de mantener a los investigadores que se forman en el país, así como de la voluntad de la ciencia por luchar contra la precariedad y una insuficiente financiación histórica.