«No hay mercado para los robots asistenciales porque son caros», sostiene el director del centro de robótica del Instituto de Tecnología de Osaka.

FUENTE:elespanol.com

AUTOR:Julio Miravalls

«En 2011, en Japón padecimos un enorme, enorme, tsunami y tuvimos un grave problema [en Fukushima]. Entonces se estableció una competición para ver cómo podían entrar en acción los robots en plantas nucleares, para resolverlo…», explica Kenji Matsui a D+I. En Chernóbil fueron incontables los humanos que dieron su vida en las primeras horas para tratar de frenar la radiación.

Matsui es el director del centro de diseño y robótica del Instituto de Tecnología de Osaka, profesor en su Universidad, colabora con empresas tecnológicas («la industria», dice él) y participa en tareas de design thinking en Stanford. Por decirlo de manera muy resumida, es un número uno mundial en conocimiento sobre robots. Y Japón es, probablemente, el país que se toma más en serio un futuro con robots. Y los robots del futuro, que ya están poniendo los pies en el presente.

En 2014, el entonces primer ministro Shinzo Abe (asesinado a tiros en julio del pasado año) lanzó una iniciativa nacional denominada Estrategia de Revitalización de Japón, revisada en 2015 con la directiva sobre Revolución Robótica.

Fuentes diplomáticas japonesas lo definían entonces como «un marco político que tiene como objetivo promover la utilización de la robótica para hacer frente a los desafíos de una población envejecida«.

Jubilación después de los 64

«El grupo de edad de 65 años y más era en 2020 el 30% de la población y la proyección indica que en los próximos 20 años subirá al menos hasta el 40%», explica Matsui, que, en su calidad de experto en robótica aplicada a cuidados sentó cátedra en la Feria FITECU en Villardeciervos, Zamora, hace unos días, donde conversó con D+I.

El dato de envejecimiento en Japón que aporta y desarrolla supone que «la gente más mayor tiene que trabajar más tiempo. En el grupo de 60 a 64 años, el 70% sigue trabajando. De 65 a 69 años aún lo hace el 50%. Y a los 74, todavía el 30%», subraya Matsui. La esperanza media de vida está en torno a los 84 años. Para las mujeres, 88.

Por el contrario, de manera natural, la esperanza de «vida saludable» se reduce con el aumento de edad. Y, para colmo, «la población está disminuyendo, porque baja la tasa de natalidad», señala el profesor.

El gran problema, que movió a su gobierno a buscar soluciones «robóticas, pero también con otras tecnologías», es que no hay personal suficiente para la atención y cuidados de ese gran segmento de población «superviente», como la denomina él. «Tenemos entre 1,9 y 2 millones de personas trabajando en cuidados y en 2025 necesitaremos 2,5 millones. Cada vez la gente joven es menos y la gente mayor, más. Por eso necesitamos tecnología y servicios», apostilla.

El desafío de Kennedy

Hace tres años, el gobierno japonés lanzó un nuevo programa de desarrollo tecnológico inspirándose en el discurso de John F. Kennedy, que en 1962 desafió a Estados Unidos a ser capaces de llegar a la Luna en esa misma década. Parecía inviable y en 1969 se cumplió. Es lo que se llama un moonshot (disparo a la Luna). Un concepto ya clásico en el ámbito de la innovación: plantearse objetivos extremadamente elevados y ambiciosos.

«Muchas empresas lo hacen, como en el caso de Google en el sitio web del proyecto Alphabet X. Se trata de hacer todo lo posible para lograr objetivos casi imposibles, como si fuera ciencia ficción», advierte Matsui.

El desafío actual del gobierno japonés propone nueve ‘disparos a la Luna. Empezando por conseguir en 2050 «una sociedad en la que los seres humanos estén libres de limitaciones por razón de su cuerpo, mente, espacio y tiempo», según el director del programa, Hagita Norihiro.

Otros objetivos son la predicción «ultra temprana» de enfermedades; la coevolución de la IA y la robótica; descontaminar el planeta; conseguir suministro sostenible de alimentos; el ordenador cuántico universal tolerante a fallos; llegar a los 100 años de vida sin problemas de salud; controlar y modificar la climatología; e incrementar la paz mental y la vitalidad de las personas.

«El Gobierno ayuda con presupuesto y formando un equipo. Hay un grupo nacional de universidades trabajando juntas«, explica Matsui. Y aunque los objetivos, así enunciados, puedan parecer un canto a la ingenuidad, él lo ve de una manera práctica: «Si piensas en cómo hacer crecer tu negocio actual, pero es un mal momento, tienes que pensar en algo totalmente nuevo y colaborar en el objetivo final».

Entre esos objetivos, en el terreno de la robótica y sistemas automatizados de ayuda, hay objetivos clásicos desde hace más de un decenio que incluyen sistemas de ayuda para mover a personas impedidas, o con capacidades limitadas para andar, y facilitarles ir al retrete o bañarse.

Pequeños robots

Desde 2017 adquiere mayor relevancia el diseño de exoesqueletos, sistemas de comunicación y monitorización remota y teleasistencia. «¿Conocen a C3PO, de la Guerra de las Galaxias?, pregunta. Este proyecto trata de conseguir ese tipo de cosas, pero también pequeños robots, con los que se puede comunicar, para que, por ejemplo, a su vez estos le encarguen a otro más grande que le traiga algo al usuario».

Matsui muestra vídeos con diversos tipos de máquinas experimentales: un avatar que hace de recepcionista en un hotel, un mecanismo robótico que ayuda a mover una silla de ruedas, el carrito que sigue a un cliente con su compra por el supermercado, asistentes de voz… «El problema es que los robots son muy caros», le confiesa al periodista. «Muchas compañías han empezado a desarrollar robots, pero no hay mercado porque son caros. Y ese es el desafío que tenemos, el negocio».

Otra cosa que le parece preocupante, viendo por ejemplo algunos de los avanzados modelos de Boston Dynamics, es la posibilidad de que incorporen armas. «Pueden ser tecnologías para, por ejemplo, usos médicos; pero también para hacer cosas aterradoras».

Insiste en que, de «las muchas competiciones que hay» para buscar soluciones específicas, pueden surgir magníficas tecnologías robóticas. Como las que se utilizaron para intervenir en el ya mencionado desastre de Fukushima. «Hay muchos tipos diferentes de robots, pero con una plataforma común para controlar los dispositivos puedes conseguir que sea un sistema robótico eficiente«, afirma.

En cuanto a los posibles problemas éticos y de encaje en la sociedad que se apuntan sobre el uso de robots, con el añadido de la inteligencia artificial, prefiere dejar sentado que «los robots industriales [los que realmente tienen peso hoy] lo están haciendo bien. Pero cuando se trata de diseñar robots capaces de tener movimientos naturales y hacer cosas complicadas, eso puede considerarse nuestro gran desafío actual».


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