FUENTE: www.hipertexual.com
AUTORA: Ara Rodríguez
Goggo se presentaba al mundo en 2021 como un proyecto aún en fase piloto para crear el sustituto perfecto a los repartidores. Un robot autónomo para hacer entregas a domicilio. Ahora, la compañía creada por Martín Varsavsky y financiada por grandes fondos de la mano del creador de Jazztel, anuncia su proyecto piloto en Alcobendas. A través de un acuerdo con los supermercados Día, 5 unidades de Goggo probarán a hacer repartos en una zona delimitada de esta localidad del norte de la capital. También con un acuerdo con Telepizza para el reparto de algunos de los pedidos.
Con la idea de ampliar hasta 20 los robots autónomos de Goggo en la región, el objetivo es empezar con cautela para probar la tecnología. Una que ya han acordado expandir a Zaragoza, donde llevan un par de meses mapeando el centro de la ciudad para la circulación de sus robots, y donde ya están buscando socios para ampliar el servicio. También para añadir su otra vertical de repartos autónomos: las furgonetas sin conductor. Las cuales tienen previsto presentar al Ayuntamiento de Alcobendas próximamente.
Y es que Goggo necesita escalar su actividad. La compañía no habla de cifras, pero sí apunta a que cada robot –que no fabrican ellos– supone un elevado coste e inversión. Para llegar a ser rentables, tendrían que alcanzar 80 robots autónomos por zona de reparto. Y, aún, están lejos de un punto que quieren alcanzar con esta nueva fase comercial.
Para ello, en cualquier caso, se abre la veda de las licencias. Al igual que para poder implantar una empresa de patinetes eléctricos o bicis compartidas, este sector tendrá que enfrentarse a los permisos otorgados por el ayuntamiento.
El momento novedad, una ventaja para Goggo
Día de momento no tiene un plan de negocio. Recuerdan que es un proyecto piloto del que aún no tienen muchos datos sobre el papel. Pero sí hay una respuesta a corto plazo: aumentan los pedidos por el simple hecho de la novedad de que te lo envíe un robot autónomo. Es precisamente este punto el que aprovechan servicios de este tipo. Pero es a largo plazo donde se verán los resultados.
También tienen claro que reduce los costes y se elimina un problema del sector de los repartos: los riders. Y con ello la famosa Ley Rider que trae de cabeza a medio sector delivery. A pesar de todo, apuntan a que, pese a eliminar la figura del repartidor, supone la creación de nuevos puestos de trabajo más especializados. Un coste que se reduce para el empleador, pero que no está claro si tendrá efecto en los usuarios. Desde Día apuntan a que no habrá, de momento, una reducción de costes de envío. A largo plazo, y asumiendo que ya no hay una mano humana en el proceso, sería de esperar que ese porcentaje quedase reducido.
Con todo, el control, la gestión y reparación de los robots autónomos repartidores, son nuevos perfiles que habrá que tener en cuenta.
No te equivoques, no son 100 % autónomos
Para la implantación de los robots autónomos de Goggo, primero hay que mapear las aceras por las que estos circularán. En el caso del proyecto piloto con Día, este espacio se ha ampliado a 2 km a la redonda. En el proceso, se han identificado obstáculos y problemas que se puedan encontrar en el camino.
No es un sector demasiado complicado: siendo una zona residencial y tranquila, la mayor parte de las aceras son grandes y anchas. Si no fuese el caso, el peatón tendría la prioridad. El robot autónomo de Goggo se apartaría o echaría para atrás en caso de que no entrasen los dos por el espacio. En el caso de personas con alguna discapacidad, se emitirían sonidos de aviso. Si hubiese un accidente, la compañía afirma que existe un seguro de responsabilidad civil. En caso de robo o vandalismo, apelan a la constante del sector de la tecnología: esperan que no pase o lo ven imposible dada la cantidad de sensores del robot.
Pero, ¿qué ocurre si hay que cruzar un paso de cebra o el obstáculo no estaba registrado? Aquí es donde está la gracia del asunto. Todos los robots están siendo monitorizados por una persona en todo momento. Al cruzar el paso de peatones, el robot deja de ser autónomo y se convierte en un coche teledirigido de forma remota. Es, por ahora, la única solución viable que han encontrado a este problema. Y un punto que afecta directamente a la escalabilidad del negocio.
Goggo quiere triunfar donde otros ya han tirado la toalla
Era uno de los proyectos estrella de Amazon Prime. Llamado Scout, era el servicio de la compañía de Bezos que venía a solucionar la cuestión de los repartos de última milla para su división de alimentos. Presentados en 2019, el servicio terminó echando el cierre el pasado 7 de octubre. Según la compañía, no se ajustaba a las necesidades de los usuarios. FedEx hacía lo propio con Roxo, su versión de robot de reparto autónomo, al incumplir los requisitos de valor para la compañía de mensajería.
Pese a todo, ninguna de las dos multinacionales llegó a hablar de forma abierta de cuáles fueron los motivos reales para cerrar sus respectivos proyectos. Aunque está claro que el primero de ellos apela a lo puramente económico: nunca fue un servicio rentable para las compañías, también hay cuestiones que apelan a la tecnología. Llamados robots autónomos, la realidad es que no lo son. Al menos al 100 %.
Como ocurre en los modelos de Goggo, la mano humana siempre debe estar detrás. Esto, para unas compañías como Amazon o FedEx, supone un gran problema de escalabilidad. También su tamaño, que solo permitía el envío de uno o dos paquetes de forma simultánea.
Con todo, el hecho de que estas dos multinacionales no hayan tenido éxito no quiere decir que otros no lo tengan. Desde Goggo apuntan a una estrategia diferente. «Puede que en las ciudades en las que hayan probado el servicio no funcione o no estén preparadas, es una cuestión de estrategia». Ellos analizan, entienden la movilidad autónoma desde diferentes puntos de vista y no solo con un modelo en el mercado.
Y Goggo no está sola. Kiwibot, centrada en campus universitarios, Nuro o Coco también están intentando encontrar su lugar el sector de los repartos con robot autónomos.