La mitad de los alumnos del programa de formación de Amazon en habilidades industriales son chicas.
FUENTE: sevilla.abc.es
AUTORA: Mercedes Benitez
Lucía Galve tiene 23 años y es grado en Ingeniera Electrónica y Automática y ahora hace un máster en Ingeniería Robótica. Alba Díaz, de 34, es Técnica de Sistemas Informáticos, y Clarisa González, de 40, es Técnica de Mantenimiento. Las tres son mujeres en profesiones habitualmente asociadas a los hombres, y participan en los programas de formación puestos en marcha por Amazon, que se ha encontrado con que la mitad de la promoción ya son mujeres.
Se encargan de labores de mantenimiento de los edificios, de talleres de soldadura, de los sistemas informáticos, arreglar impresoras, producción automática, robots, cintas electrónicas, correas electrónicas, montaje de cuadros eléctricos y otras profesiones que tradicionalmente habían sido mayormente masculinas. Todas coinciden en este programa de Amazon, una especialización de dos años de duración y 500 horas de formación en habilidades industriales altamente demandadas como la electrónica, la solución de problemas o la robótica.
Es una formación que se realiza este curso por segundo año consecutivo y que está dirigido sobre todo a personas que han terminado los estudios de ciclo formativo de FP de grado medio y superior, aunque también hay algunos estudiantes de máster que están realizándolo tras finalizar un grado universitario.
Según su responsable, Marta Casasayas, se trata de una formación que permite compatibilizar la experiencia laboral con la continuación de la formación, ya que incluye horas de experiencia formativa en el horario laboral. Este año el número de chicas ha aumentado y la experiencia ha sido muy reveladora, ya que hasta ahora habían visto a pocas en ese ámbito. «La electricidad, mecánica. robótica, comunicaciones industriales o el trabajo de taller eran ámbitos habitualmente masculinos« confiesa Casasayas admitiendo que había muy pocas supervisoras de mantenimiento. Sin embargo, tras darles a conocer el programa, han comprobado que cada vez son más.
No requiere fuerza física
«Tenemos chicas que han estudiado mecatrónica y que hacen trabajos de soldadura. Me llama la atención que estas nuevas generaciones quieren romper los estereotipos y están muy entusiasmadas con ello«, dice la responsable del programa asegurando que estas mujeres, que reciben un salario por esta formación se muestran »agradecidas« también por estar rompiendo el tópico, por ejemplo, de que el mantenimiento es algo de chicos. »Tenemos en mente que este trabajo requiere fuerza física, pero no se trata de eso, sino de habilidades técnicas y resolución de problemas«, afirma recordando que si hay que levantar un motor de 25 kilos lo hará una máquina, no la trabajadora.
Alba Díaz trabaja en una oficina en la que son sólo dos técnicas y una ingeniera frente a diez hombres. «Siempre no han enseñado que las mujeres teníamos que cuidar, hacer enfermería o ser secretarias y se pensaba que los mecánicos tenían que ser chicarrones«, dice esta mujer que se aficionó desde pequeña al ordenador y que, según relata, se ha encontrado muchas veces como los hombres querían explicarle algo de lo que ella tenía más conocimientos que ellos en un claro ejemplo de «mansplaining», como se denomina el comportamiento de los que desprecian a quien están explicando algo por el hecho de ser mujer. Pese a todo ella sigue feliz haciendo su trabajo. «Yo también arreglo impresoras», presume.
La experiencia de Lucía Galve es similar a la de su compañera aunque desde su puesto de ingeniera electrónica y automática y ahora compatibilizando un máster en Ingeniería Robótica por las tardes en la Universidad de Sevilla con sus prácticas en Amazon por las mañanas. Su trabajo tampoco es muy habitual entre las chicas. Se encarga de la parte automática de los robos, de los dispositivos y la electrónica de la nave o incluso de controlar que los paquetes no se desvíen. «Me he visto siempre rodeada de hombres. Muchas veces entre treinta éramos sólo tres mujeres», relata asegurando que «no es que esté mal visto» que se dedique a ello, sino que todavía a muchos «les resulta extraño». A ella le viene desde niña. Cuando de pequeña la llevaban a comprar juguetes, siempre prefería montar el Scalextric y encontrar donde estaba el motor del coche. Está feliz pese a que admite que a veces ha escuchado algún comentario del tipo «ten cuidado no te rompas una uña».
En cuanto a Clarisa González, es Técnico RME (por sus siglas en inglés de Fiabilidad, Mantenimiento e Ingeniería), y ha pasado por departamentos de reparaciones y mantenimiento del edificio. También en la parte de los mini robots que mueven las estanterías por el almacén o del control de las cintas transportadoras. En los últimos días, por ejemplo, se ha dedicado a cambiar las bandas y los motores. Y en su caso, las mujeres son mayoría pues de los diez que han entrado, siete son chicas. «Antes eran más hombres, pero ahora sabemos que somo capaces y que cada vez somos más». Los techos que ellas están rompiendo no son de cristal, sino de metal y de acero.