FUENTE:latercera.com
AUTOR:Franco Fasola
En la minería, salud, retail y hasta para definir los estados anímicos de una persona, la robótica en Chile ha avanzado a pasos agigantados. Mientras estudiante destacan a nivel internacional y los distintos sectores productivos la utilizan, instituciones de Educación Superior como UNAB han incorporado laboratorios de avanzada para esta tendencia que marcará el futuro y el presente.
El historiador y best seller israelí Yuval Noah Harari lo ha dicho claro: “Los robots obligarán a las personas a reinventarse cada 10 años”. Ese proceso ya está viendo sus primeras grandes transformaciones. Con, por ejemplo, la irrupción del Tesla Bot, esperado para 2022 como el último gran golpe. Miguel Solís, director de la carrera de Ingeniería en Automatización y Robótica de la Universidad Andrés Bello, explica que el objetivo subyacente de los robots es colaborar con los seres humanos. “La definición de la Federación Internacional de Robótica, de la cual UNAB es parte, dice que estos asisten y colaboran con las personas y crean trabajo más especializado”.
Los co-bots, conocidos como brazos robóticos, se están insertando con fuerza en Chile desde la academia y también en la industria. Solís explica que son brazos de uso industrial que hacen tareas de paletizado, envoltura de componentes y otras tareas repetitivas. “Los brazos industriales, en general, trabajan lejos del ser humano, por la velocidad que tienen es peligroso que operen cerca, si eventualmente tienen alguna falla. Los co-bots tienen integrados sistemas donde la persona puede trabajar al lado del brazo”. En Chile, indica Solís se están utilizando en “manufactura, retail, donde se mueven grandes cajas con estos brazos”, plantea.
Para el director de la carrera de Ingeniería en Automatización y Robótica de UNAB, esta disciplina ha ido tomando diferentes caminos, como la robótica industrial y la de servicios, que se refieren a todas las máquinas que interactúan con relaciones humano-robot. “Ahí se desarrollan algoritmos en el robot, como inferir el estado emocional de una persona para, por ejemplo, enviar un mensaje alentador. Se están comercializando soluciones de ese tipo para acompañar a personas de edad avanzada o personas con espectro autista”, explica Solís.
El avance de la robótica es diversas áreas se ha ido aterrizando a la realidad a través de lograr altos niveles de especialización. Solís explica que hace 10 años, toda la enseñanza que se impartía en robótica era introductoria a las primeras nociones y se traducía en hacer un carrito con ruedas que podía seguir una línea o pasar algún obstáculo. “Ahora estamos integrando aprendizaje formal sobre inteligencia artificial y cómo se integra con sistemas de automatización en robótica”, explica.
En UNAB, cuenta Solís, “tenemos dos laboratorios de PLC (controlador lógico programable) que permiten generar algún comportamiento y son máquinas que se utilizan en la industria. Además, tenemos un laboratorio de robótica, con dos brazos industriales, un laboratorio de neumática e hidráulica”, agrega. Todas esas son herramientas esenciales para la formación de profesionales para los nuevos desafíos de la robótica.
La irrupción industrial
Felipe Castro, Chief robotic officer de Austral Robotics, la empresa local más importante en robots industriales, partió trabajando robótica en minería. “Los manipuladores robóticos son como las impresoras: conociendo una, todas las demás son muy similares”, cuenta.
Luego de trabajar con domótica, la empresa pasó al campo de la robótica industrial, donde, en los últimos ocho años, han instalado “más de 20 manipuladores robóticos, celdas completas, en donde el robot movía cosas. Luego empezamos a ver la línea, con envolvedoras, ensacadoras, etiquetadoras y fuimos fabricando más máquinas y potenciando mecánica y automatización”, cuenta.
Uno de los mayores desarrollos de Austral Robotics es el centro de distribución de una importante empresa de retail nacional. Allí instalaron dos robots que levantan 850 kilos cada uno. A ese centro llegan pallets de todo el mundo que tienen que atendidos y almacenados en bodega. “Este robot es como un cargador frontal que toma el pallet y se los entrega a vehículos autónomos que se mueven por cuatro pisos de estantes y los almacena. Se miden, se pesan, se lee el código de barras y se pregunta a la empresa qué hacer con él. El robot hace una trazabilidad del producto y un chequeo inicial sin personas”, explica Castro.
Respecto a los repetitivos temores respecto a esta irrupción y la pérdida de trabajo humano, Castro apunta a que “la automatización es la optimización de los procesos y muchas veces los trabajadores se lesionan o son carentes de la responsabilidad del trabajo. Durante la crisis y pandemia decayó el personal y la producción tiene que seguir. En el sur tenemos una línea completa robotizada para salmones. Los rubros que están demandando más estos servicios son alimentos y logística”.
Castro indica que la pandemia “le ha dado un empujón a la automatización en temas de teleasistencia, reparación o mensajería de las máquinas hacia bases de datos. Esas puertas se han ido abriendo. Hay interés en el área informática de la robótica y eso no se veía antes”, explica Castro, quien además es docente UNAB en materias como robótica, mecatrónica, visión artificial, mecánica y modelación 3D.
El campo en Chile está ampliándose y algunos estudiantes universitarios han logrado llamar la atención. Diego Lafuente, estudiante de ingeniería en automatización y robótica UNAB, junto a su compañero Bayron Osses, ganaron la última edición del Digital Festo Mechatronics Game, competencia que busca fortalecer el uso creativo, crítico y seguro de las tecnologías y los conocimientos en las áreas de automatización industrial de manera online.
Lafuente junto a su compañero, superaron niveles en cada etapa, desarrollando pruebas en herramientas virtuales y remotas, y ranqueando en tiempo real en una competencia en simultáneo con las diferentes universidades e instituciones de Educación Superior, técnicas y tecnológicas del país. A los 21 años y en 4º año de la carrera, relata que desde el colegio tomó talleres de robótica y participaba de competencias escolares. De ahí a estudiar ingeniería en automatización y robótica UNAB, el paso fue muy lógico.
En la competencia de Festo, Lafuente explica que la empresa es reconocida mundialmente por crear dispositivos eléctricos en la industria para fines robóticos y de producción. “En la prueba utilizan software para simular eventos de programación, buscar las fallas del sistema a contrarreloj, diseño de circuitos neumáticos, que por ejemplo abren y cierran compuertas en plantas industriales, también se hace programación de PLC de los motores eléctricos y sensores para realimentar sistemas y diseñar y conexionar sistema de motores, como correas transportadoras, además de monitorizarlas y ajustar valores”, cuenta.
La dupla ganó la competencia nacional y quedó décima a nivel internacional, lo que demuestra que, a nivel universitario, hay un buen panorama en Chile. “Tenemos un campo laboral amplio y alta demanda. Más del 90 % de los egresados ya tiene trabajo al 2º año. Áreas como la minería, forestal, pesca, retail y alimenticia son sectores donde hay recursos para crear proyectos robóticos”, enumera. “Nuestros modos de vivir van a cambiar con la robótica a nivel de salud, prótesis, exoesqueletos y otras áreas. No hay quedarse solo en el desarrollo productivo, debemos usar la robótica también en temas de seguridad, desastres naturales o incendios forestales”, plantea Lafuente.
El director de carrera Miguel Solís cuenta que hace 17 años se imparte la carrera en UNAB y como forman profesionales que en su mayoría van a trabajar en la industria, “tenemos que estar al día con esos requerimientos. Al menos una vez al año nos reunimos con un comité de empleadores e invitamos a las empresas que contratan a nuestros profesionales y les planteamos preguntas para ir haciendo ajustes a nuestros contenidos”, señala. Y aunque la pandemia trajo muchas dificultades y se cerraron reuniones o visitas a laboratorio, la colaboración siempre está en mente. “En pandemia colaboramos con la Universidad de Aarhus, Dinamarca, Deakin en Australia y la Universidad de Chile”, agrega.
Los desafíos de la industria 4.0
Uno de los conceptos que más se repite en los últimos años es la llamada Cuarta Revolución Industrial, también conocida como industria 4.0, modelo que está cambiando la forma en que los negocios operan, con la promesa de una nueva revolución que combina técnicas avanzadas de producción y operaciones con tecnologías inteligentes que se integrarán en las organizaciones y las personas.
“Hoy todo tiene sensores, desde los autos a las lavadoras, pero están ocultos. Lo que la industria 4.0 quiere, es sacar esa información que ya está y revelarla al servicio de las personas”, explica Felipe Castro, Chief robotic officer de Austral Robotics, quien indica que esa tecnología todavía no está al alcance de todos. “Las máquinas te van a indicar cuándo tiene una mantención, por ejemplo, de un auto, y que se vincule con el proveedor del servicio y tú no hagas esas cosas”, plantea Castro, quien apunta a que los pilares de la industria 4.0 son la teleasistencia, la conexión a la nube y la manufactura asistida. “El 4.0 es complementario, genera estadísticas y se gestiona por sí solo. Estamos encaminados hacia eso y en unos cinco años va a ser una realidad. Por ahora hay un tema con la obsolescencia programada de los equipos que no lo permite. La industria se va a tener que adaptar a esta tecnología y probablemente las nuevas máquinas las tengan”, completa.
El doctor Fernando Auat Cheein, académico, profesor asociado del Departamento de Electrónica de la Universidad Técnica Federico Santa María, es especialista en robótica y vehículos autónomos. Para él, “históricamente la automatización en Chile ha estado concentrada en su principal industria: la minería. Pero de a poco otras áreas industriales, como la agricultura, por ejemplo, han empezado a incorporar desarrollos robóticos, motivados principalmente por decrecer los costos operativos, tener mayor precisión en los datos manejados para la toma de decisiones y compensar la falta de mano de obra. En cuanto a ciencia y/o desarrollo financiado por el gobierno, existen varias iniciativas directa o indirectamente orientadas a seguir indagando en soluciones robóticas novedosas y disruptivas”, explica.
Auat Cheein cuenta que con su Grupo de Robótica Autónoma e Inteligente, dentro del Departamento de Electrónica de la Santa María y también como parte del Centro Basal FB0008 Advanced Center for Electrical and Electronic Engineering, están enfocados en el “desarrollo de nuevos robots y sistemas de percepción tanto para la navegación autónoma como para la agricultura, abarcando tópicos tales como estimación de volumen de cosecha, estrategias de maniobrabilidad de vehículos pesados, eficiencia energética (disminución de la huella de carbono), monitoreo de índices vegetativos, fenotipado y caracterización de cultivos, diseño de vehículos eléctricos eficientes, entre otros”.
En Austral Robotics, plantean que la robótica es flexible y trata de emular al humano. “Es la evidencia de tratar de ser dioses creadores de máquinas para satisfacer tareas. Hoy la automatización y robótica están muy mezclados. En Chile hay 5 o 6 empresas de robótica”. Castro indica que con los financiamientos de Corfo no alcanza. “Faltan herramientas reales de apalancamiento financiero para estas pymes tecnológicas, como poder desarrollar el grafeno, que no existe”.
Miguel Solís, director de la carrera de Ingeniería en Automatización y Robótica de la Universidad Andrés Bello, apunta que los productos innovadores provienen de hallazgos científicos o desarrollos de la academia que luego se traspasan a una aplicación real. “Pienso que la siguiente masificación de soluciones que viene son sistemas automatizados o robotizados que sean adaptativos, integrando inteligencia artificial o ciencias cognitivas. Por ejemplo, en la gran minería, hace tiempo ya hay plantas con tareas autónomas. Es cosa de tiempo para que sigan bajando los costos y se empiece a masificar”.